La OCDE propone a España que adopte, como han hecho otros países, la jornada partida en los colegios para mejorar el rendimiento de colegios e institutos y favorecer la conciliación especialmente en las clases más vulnerables
Los horarios en los colegios podrían sufrir un cambio radical si el Gobierno español decidiese seguir las nuevas recomendaciones de la OCDE en su nuevo informe, en el que apuestan por eliminar el horario intensivo de todos los centros educativos y cambiarlo por un horario partido de mañana y tarde.
A día de hoy, en la mayoría de centros públicos de nuestro país, las clases son casi exclusivamente por las mañanas, salvo algún día concreto a la semana con sesión vespertina. Pero esta opción, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, no es la más propicia ni para los alumnos ni para sus familias, sino que, por el contrario, ambos saldrían beneficiados si los estudiantes fuesen a clases en horario partido.
Los motivos que exponen en sus Propuestas para un plan de acción para reducir el absentismo escolar en España, elaborados en colaboración con el Ministerio de Educación y FP son varios, pero fundamentalmente se basan en la mejora del rendimiento académico.
Reducir la intensiva sobrecarga lectiva
Según apunta la OCDE en su propuesta, para empezar, con el horario partido se evitaría la sobrecarga lectiva por las mañanas que sufren ahora los alumnos. Un exceso al que, además, se suman las clases extraescolares vespertinas.
Algunos centros concertados aseguran ser conscientes de la abrumadora intensidad que sufren los alumnos con las clases solo matutinas. «Tenemos jornada continua en septiembre y vemos lo estresante que es y cómo llegan al final de la mañana», reconocen.
Adecuarse a los biorritmos
También los horarios se corresponderían de forma más efectiva con los propios biorritmos de los chavales. Es un asunto que apuntaba ya hace unos meses a La Voz el profesor titular de Sociología y Antropología Social en la Universidad de Valencia Daniel Gabaldón, que llegaba a acusar que con la jornada continua se está «maltratando a los chavales» y apostaba por comenzar las clases entre las 11 y las 12 de la mañana para alumnos de la ESO.
Los pediatras valencianos apuntaban algo similar, al reconocer que el biorritmo infantil se adapta mejor a largas noches de sueño, comida antes de las dos de la tarde y un descanso largo antes de retomar la actividad. «Si comen y descansan y rato, llegan a clase con energía», destacan desde ciertos ámbitos educativos.
Reducir desequilibrios socioeconómicos
Además, también apunta la OCDE a un tema que ya avanzaba Daniel Gabaldón, y que tiene que ver con los desequilibrios sociales que motiva el horario continuo. «Las más beneficiadas por la jornada intensiva son las familias de clase media», deslizaba el experto. Y el informe apunta a algo semejante, ya que incide en que «el horario intensivo centrado en las mañanas obliga a los padres a pagar por clases extraescolares».
Una decisión que carga más a los niños de horas lectivas y, además, supone un perjuicio para las familias más desfavorecidas, donde ambos progenitores trabajan en esos horarios partidos y necesitan ocupar las horas de sus hijos en los que ellos todavía están en sus puestos de trabajo.
Organismos como la Esade, la Complutense o la Fundación Jaume Boffil apuntan a esa misma idea, al reconocer que las desigualdades educativas y sociales se agravan con la jornada intensiva. Apuntan a que los alumnos más vulnerables necesitan esos horarios, mientras que a los de mejor condición social no les perjudica.
Además, minimizan el impacto de la hora de entrada y salida de los niños, asegurando que es más beneficioso para los niños pasar esas horas en el colegio en detrimento de los deberes en casa.
Un modelo que ya siguen otros países
Por todas esas razones, la OCDE insta a España a seguir el ejemplo de países como Dinamarca y Portugal, y apuesta por que la educación de nuestro país adopte «sistemas flexibles de jornada completa para ampliar el período de aprendizaje», al tiempo que se dé, en consecuencia, una «mayor oferta de comedores escolares y de actividades extraescolares».
«España podría valorar la posibilidad de adoptar un enfoque similar por las ventajas que podría aportar, en particular para los alumnos desfavorecidos. Una transición factible exigiría invertir en subvenciones para la alimentación y las infraestructuras escolares y remunerar adecuadamente al personal de los centros», proponen en su informe.
Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/