Colegios Covid

Los alumnos de la escuela pública perdieron el equivalente a medio curso de Matemáticas por la pandemia y los de la concertada, apenas nada

El primer estudio en profundidad realizado en España sobre el impacto educativo de la covid-19, que utiliza los abundantes datos disponibles sobre el País Vasco, detecta una gran diferencia entre redes educativas

IGNACIO ZAFRA – Valencia

La pandemia ha tenido un impacto muy superior para el alumnado de la escuela pública que para el de la concertada, según la primera investigación que analiza en profundidad las consecuencias educativas de la covid en España. Los estudiantes de la pública perdieron durante el primer año de pandemia el equivalente a medio curso escolar de aprendizaje de Matemáticas, mientras los de la concertada apenas lo notaron. La titularidad de la escuela tuvo un efecto muy superior a otras variables, como el nivel socioeconómico, tanto a escala individual de cada alumno como del conjunto del centro al que asisten.

El estudio, realizado por Esade EduPol y la Fundación Cotec, se basa en los abundantes datos oficiales recopilados por el Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa, dependiente del Gobierno vasco, que en marzo de 2021 realizó pruebas de evaluación diagnóstica, y está centrado en Euskadi. Los autores de la investigación creen que las conclusiones son extrapolables a grandes rasgos al conjunto de España, ya que el periodo de cierre escolar y las condiciones de vuelta a las aulas a partir de septiembre de 2020 fueron casi iguales en casi todos los territorios en el curso utilizado para el análisis, segundo de la ESO (chavales de 13 y 14 años). Euskadi presenta, con todo, varias peculiaridades: es el territorio donde menos peso tiene la escuela pública (51%, frente a una media en el conjunto de las comunidades del 67,1%) y mayor resulta el gasto público por alumno (9.298 euros). También es una de las comunidades con mejores indicadores educativos y mayor renta per cápita.

Los investigadores plantean tres hipótesis para explicar el menor impacto en la concertada (esto es, escuelas privadas financiadas con fondos públicos): “La dependencia económica de los centros concertados con las familias en términos de aportaciones voluntarias”, que habría llevado a estos centros a esforzarse en dar una respuesta que satisficiera a los padres; su mayor grado de autonomía, que les permitió responder con más agilidad, y haber llegado a la pandemia mejor preparados para la enseñanza online, señala Lucas Gortazar, uno de los autores del informe, titulado Pérdida de aprendizaje tras un año de pandemia: el caso de Euskadi. Las causas de las diferencias requieren, en todo caso, de investigaciones específicas. Un elemento a tener en cuenta es que, aunque las evaluaciones diagnósticas son obligatorias en el País Vasco, con motivo de la pandemia se permitió que la que sirve de base al estudio fuera voluntaria. Participaron un 40% de los centros, porcentaje que Gortazar considera pese a ello, muy amplio.

El documento se centra en los resultados de las tres asignaturas instrumentales: Matemáticas, Castellano y Euskera. La pérdida global de aprendizaje para todo el alumnado equivalió a un 13% del curso escolar, con diferencias significativas entre la escuela pública, que alcanzó un 30%, y la concertada, que se quedó en un 2%. También se vio reflejado en las materias: en Matemáticas, la pérdida general fue del 25% de un curso (un 54% en la pública y un 7% en la concertada, porcentaje, este último, que los autores consideran estadísticamente poco relevante). Y en Euskera fue del 15% (26,8% en la pública y 6% en la concertada). En Castellano, los autores han encontrado diferencias tan pequeñas (con una leve pérdida de aprendizaje en la pública y una ligera mejora en la concertada) que concluyen que no hubo impacto, explica Andreu Arenas, profesor de Economía en la Universidad de Barcelona. El resto de autores son Ángel Martínez, Iría Mata y Ainara Zubillaga.

Sus conclusiones van en la línea de otras investigaciones en torno a los efectos académicos de la gran crisis del coronavirus, que desencadenó un cierre generalizado de los centros educativos en la primavera de 2020 y el establecimiento tras su reapertura de protocolos sanitarios escolares muy distintos según el país. La pérdida de aprendizaje estimada en el País Vasco es, sin embargo, menor a la detectada en otros lugares (en Países Bajos y Alemania, por ejemplo, se ha calculado en casi el doble). Gortazar cree que el motivo fundamental es que su investigación, al analizar un periodo mayor, de marzo de 2020 a marzo de 2021, abarca no solo el efecto negativo del cierre escolar, sino también el positivo que se derivó de la reapertura de los centros educativos. España fue uno de los pocos países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) donde desde septiembre de 2020 la escuela no volvió a cerrar de forma general.

Los efectos reparadores de la vuelta a las aulas han sido observados en investigaciones realizadas en Reino Unido y Dinamarca. El estudio hecho en este último país por los investigadores Jesper Fels Birkelund y Kristian Bernt Karlson concluyó que 14 meses después del cierre escolar de la primavera de 2020, los alumnos daneses ya no presentaban pérdidas de aprendizaje.

En España, las diferencias en la atención educativa ofrecida durante el gran confinamiento de 2020 entre la red pública y la concertada, a favor de la segunda, ya fue planteada aquel mismo año por Xavier Bonal y Sheila González, de la Universidad Autónoma de Barcelona, en una investigación basada en las respuestas de 36.000 padres de alumnos de 3 a 18 años residentes en Cataluña. “En términos generales”, señala el estudio elaborado ahora por Esade y la Fundación Cotec, “no encontramos un efecto diferencial por nivel económico de los centros, ni tampoco que esto sea lo que explica la mayor pérdida de aprendizaje del alumnado de la escuela pública: a igualdad de nivel socioeconómico medio del alumnado de dos centros (uno público y el otro concertado), existe una pérdida de aprendizaje muy superior en el centro público”.

El estudio tampoco encuentra diferencias estadísticamente apreciables en los resultados de los tres modelos lingüísticos que existen en el País Vasco, lo que se explica “probablemente por el pequeño tamaño de la muestra de los centros del modelo A (enseñanza en castellano) y B (mixta)”. La poca información disponible al respecto apunta, en todo caso, a un “efecto negativo mayor en el modelo lingüístico D (euskera)”.

Escasa evaluación pública de los daños

La evaluación llevada a cabo en Euskadi es una excepción. Un segundo informe realizado por los mismos investigadores, titulado Covid-19 y Educación: Políticas y prácticas para afrontar la pérdida de aprendizaje, subraya que ni el Ministerio de Educación ni la inmensa mayoría de comunidades autónomas (los autores solo han encontrado ejemplos en Cataluña y Canarias) han analizado las consecuencias del coronavirus en el alumnado.

Para medir el impacto educativo, los autores han utilizado los datos del Instituto Vasco de Evaluación e Investigación Educativa, que realiza pruebas diagnósticas externas al alumnado en cuarto de primaria y segundo de la ESO, y que les ha permitido, además, cruzar los resultados, de forma anonimizada, de cada estudiante con los datos sociológicos del “centro al que acude y las características del hogar en el que vive”. Ello ha permitido a Esade EcPol y Cotec concluir “que más del 95% de la variación en la pérdida de aprendizaje se explica por variables relacionadas con la escuela”.

Para comprobar el impacto educativo, los autores han comparado dos cohortes de alumnos. La primera, de control, está formada por los chavales que se sometieron a las pruebas diagnósticas cuando iban a cuarto de Primaria y segundo de la ESO en 2015 y 2019, respectivamente, antes de la covid. La segunda la integran los estudiantes que hicieron las pruebas en 2017 (en cuarto de primaria) y 2021 (segundo de la ESO). El estudio define la pérdida de aprendizaje como “el cambio en los resultados entre ambos cursos de un mismo estudiante”. Los autores argumentan que su metodología facilita “aislar el efecto” de la pandemia, eliminando la distorsión que generarían las diferencias en la composición del alumnado si se comparasen las notas obtenidas en la prueba diagnóstica por alumnos de distintas cohortes de edad.

Este artículo ha sido publicado en: El País