El inicio de la Secundaria supone un cambio radical en la vida escolar y es vital que las familias ofrezcan al menor su apoyo y confianza en este momento tan frágil, evitando aumentar sus inseguridades y estrés transmitiéndole la propia incertidumbre
Sonia López Iglesias
Septiembre es el mes de la vuelta al cole, de las rutinas y los nuevos propósitos para el nuevo curso. Del inicio de los entrenamientos deportivos y las actividades extraescolares. Atrás queda un largo verano con horarios flexibles y menos responsabilidades, con tiempo en familia y amigos, viajes y nuevas experiencias vividas. Muchos adolescentes, además, empiezan las clases por primera vez en el instituto. Un momento vital en sus vidas porque están inmersos en una vorágine de cambios físicos, psicológicos, cognitivos, sociales y emocionales que, en algunos casos, les producen mucha inestabilidad e inseguridad.
En este periodo de crecimiento los menores depositan todas sus energías en la construcción de su nueva identidad y en exigir más libertad. Se trata de una fase de autodescubrimiento y desarrollo de la autonomía donde el joven precisa empezar a hacer las cosas a su manera sin depender de lo que piensen los demás. Un adolescente vive inmerso en un tsunami hormonal, cerebral y emocional que le provoca mucho desequilibrio y le puede llevar a actuar de manera inadecuada. Le hace mostrarse poco comunicativo, irascible, provocativo y poco racional.
El inicio del instituto es uno de los momentos más temidos para las familias. Un paso que hace florecer muchas dudas, miedos e inseguridades por si el adolescente será capaz de adaptarse correctamente al ritmo de las clases, a los nuevos horarios y materias. De hacer nuevos amigos y conectar con sus profesores. Atrás dejan la etapa de Primaria, donde estaban mucho más protegidos y acompañados por sus tutores, donde maestros y alumnos se conocían a la perfección.
Empezar en el instituto supone un cambio radical en la vida escolar y es vital que las familias ofrezcan a su hijo adolescente su apoyo y confianza en este momento tan frágil, evitando aumentar sus inseguridades y estrés transmitiéndole la propia incertidumbre. Si un adolescente siente el apoyo e interés por parte de su entorno, mostrará interés por compartir sus dudas y preocupaciones.
Aquí van cinco consejos básicos que pueden llevar a cabo los padres para ayudar a que su hijo adolescente se adapte correctamente a su primer curso de Secundaria:
- Contagiarle del optimismo y la confianza necesaria para que sienta que es capaz de hacer frente a un cambio tan importante en su vida. Ayudarle a descubrir sus fortalezas será esencial para que pueda construir una autoestima sólida que le dé seguridad y le permita solucionar sus propios problemas de forma autónoma.
- Generar espacios de comunicación para poder conversar con tranquilidad de todas aquellas cosas que le inquietan o preocupan del inicio del nuevo curso. Estos espacios no deben convertirse en un interrogatorio, sino en un momento de conexión emocional donde el joven pueda compartir sus miedos o ilusiones sin sentirse juzgado. El adolescente necesita sentir que se le validan sus emociones y que se le ofrece el tiempo para adaptarse sin agobiarle.
- Ayudar al joven a establecer rutinas y horarios de estudio, uso de pantallas y de descanso que le ayuden a realizar una buena gestión de su tiempo para que no acabe sobrecargándose de tareas y agotado. Estas rutinas le aportarán orden y le ayudarán a reducir su nivel de estrés y a obtener buenos resultados académicos. Será muy importante animarle a marcarse pequeños retos concretos y asumibles, y a desarrollar estrategias para conseguirlos. Reformular los límites en casa le ayudará a sentirse protegido y seguro.
- Mostrar interés por conocer a las nuevas amistades que haga en el nuevo centro escolar. Será muy relevante que el adolescente sienta que forma parte de un grupo de iguales donde se le valora y puede compartir con ellos todo aquello que le sucede o le preocupa. La amistad en este periodo se convierte en un pilar muy importante para conseguir un desarrollo armónico.
- Estar atentos a las posibles señales de alerta que pueden aparecer si el adolescente no se adapta correctamente al instituto. Cambios en los hábitos de sueño o alimentación, variaciones de humor bruscas, negación a explicar qué hace o siente durante el día, mucha irritabilidad o desanimo alertarán de que algo no va bien. Si se tiene la impresión que le está resultando difícil la adaptación, conviene hablar con el departamento de orientación del centro y con el tutor del grupo para buscar soluciones conjuntas.
Para el adolescente, el paso de la Primaria a la Secundaria no supondrá únicamente un cambio de ciclo académico, sino el inicio de una nueva etapa en la vida. Deberá enfrentarse a nuevos desafíos a nivel académico, personal y social que le producirán inestabilidad e incertidumbre. Por esta razón, necesitará a su lado unos progenitores que le demuestren su confianza y que le orienten, pero dejándole el espacio necesario para poder empezar a tomar sus propias decisiones y asumir sus responsabilidades. Como decía el escritor estadounidense Ernest Hemingway: “La mejor forma de averiguar si puedes confiar en alguien es confiar en él”.
Fuente: https://elpais.com/