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Trece de cada cien universitarios dejan los estudios sin graduarse

Universidad alumnos

La mayoría abandona en el primer curso y los factores determinantes son el fracaso académico y la falta de dinero de la familia

ALFONSO TORICES

Trece de cada cien jóvenes españoles que comienzan un grado abandona los estudios universitarios sin haberse titulado ni en esa carrera ni en ninguna otra. La mayoría lo hace ya en el primer curso y las razones de la renuncia, que son casi siempre heterogéneas y múltiples, tienen como elementos fundamentales el fracaso académico y la escasez de dinero de la familia del alumno.

Estas son las principales conclusiones de un estudio monográfico realizado por María Fernández Mellizo-Soto, socióloga y profesora de la Facultad de Educación de la Universidad Complutense de Madrid, que recibió el encargo del anterior ministro de Universidades, Manuel Castells.

Este ministerio, que en la actualidad redacta una nueva ley de universidades, quería saber cuántos estudiantes abandonan en España los estudios superiores, por qué motivos y qué medidas podían tomarse para reducir al mínimo un fenómeno que despilfarra cada año cientos de millones de las arcas públicas y que impide a muchos españoles mejorar su formación y usar los campus como un ascensor social.

Los expertos piden programas de refuerzo para los perfiles de riesgo desde el comienzo de la carrera, matrículas más baratas y becas más altas a las rentas bajas

La radiografía solo incluye a los alumnos españoles, menores de 30 años y que dejaron los estudios tras matricularse en una de las universidades presenciales del país. En concreto, monitoriza la evolución académica de los 240.500 jóvenes que se matricularon de primero en el curso 2015-16, de los que 31.265 desertaron antes de titularse. Según el ministerio, esta tasa de renuncia, el 13%, coloca a España en una situación similar a la de otros países desarrollados.

El análisis desvela dos rasgos mayoritarios en el fenómeno del abandono en los campus españoles. El momento más crítico es el primer curso, donde lo dejan más de la mitad de los que acaban desistiendo, y los motivos que explican la mayor parte de las deserciones son de tipo personal. El peso de los obstáculos vinculados al tipo de carrera o a la universidad en la que se cursa son mínimos.

El elemento que más deserciones provoca son los malos resultados académicos en el primer curso, que además causa aún más renuncias en los grados con tasas de matrícula más altas y entre los estudiantes con fracaso académico de mayor edad.

Las mayores tasas de renuncia se dan en dobles grados, estudios de Artes y Humanidades, en campus grandes y en Baleares y Canarias

El segundo grupo de factores personales están vinculados a la vulnerabilidad social. Cuanto más bajas son las rentas familiares más altos son los abandonos. Estos estudiantes, que suelen coincidir con los que vienen de institutos públicos, no se pueden permitir el lujo de tener notas mediocres. En concreto, el eslabón más débil es el grupo de los becarios más pobres, en cuyo caso muchas veces se ven obligados a abandonar aún teniendo buenas notas.

El tipo de estudios no es determinante, pero sí que se han detectado y más deserciones entre los alumnos de dobles grados y entre las carreras de Artes y Humanidades, con los alumnos de Ciencias de la Salud con el menor porcentaje de renuncias. Los factores vinculados a la universidad en la que se estudia son los menos relevantes, pero aún así las mayores tasas de abandono se dan en Baleares y Canarias -con fuerte empleo estacional turístico- y en las instituciones más populosas. Lo que no se observan son diferencias entre campus públicos y privados.

Los expertos, a la vista de los obstáculos, proponen una batería de medidas para revertir la situación, que empieza por demandar a todas las facultades, escuelas y profesorado que centren toda su atención en el rendimiento del alumno durante el primer curso, donde deben encenderse ya todas las alarmas.

La lupa desde primero

Piden al ministerio, consejerías y universidades refuerzos tanto académicos como económicos con el punto de mira puesto en el grupo de riesgo: alumnos, con vulnerabilidad económica, con bajas notas de admisión en el grado y, en especial, los de más edad. En lo académico, proponen realizarles un seguimiento y ayudar con mentorías, tutorías y servicios de orientación. Y, en lo económico, aumentar las ayudas ante un mal rendimiento temprano. Solicitan un descenso del precio de las matrículas y un aumento de las ayudas para los becarios más vulnerables, para impedir que tengan que dejar los estudios porque su familia necesite que se pongan a trabajar.

En este sentido, los autores aclaran que, por razón de período de análisis, no tienen en cuenta las acciones ya tomadas por el actual Gobierno, sobre todo en los dos últimos años, que han podido mejorar la situación descrita. El ministerio impulsó una bajada de tasas desde 2020, que puede acumular un recorte medio del 30% el próximo curso, ha aumentado el 45% la dotación en becas y el próximo curso los alumnos sabrán por primera vez si tendrán ayuda antes de matricularse.

El informe, no obstante, no se incluye a los estudiantes de las universidades a distancia y ‘online’, pese a son los que tienen mayor tasa de renuncias, ni contabiliza tampoco el cambio de campus ni el cambio de grado, estimado en España en un 8% de los matriculados en primero, pese a que supone un alto despilfarro de recursos públicos. Tampoco calcula cuánto le cuesta este abandono de las carreras a las arcas públicas. Un análisis patrocinado hace tres años por BBVA, que además de los costes del abandono incluía los de los cambios de grado, estimó el despilfarro de recursos públicos en unos 680 millones anuales.

Este artículo ha sido publicado en: HOY

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