Redes sociales

Iván Pico, psicólogo educativo: «El día que tengas un problema, todos esos amigos de las redes sociales no te vendrán a ayudar»

SUSO VARELA LUGO / LA VOZ

Este especialista en prevención de adicciones en el ámbito educativo considera clave la formación para que los chicos y los padres sepan qué riesgos hay detrás de redes sociales y videojuegos

La tecnología y las redes sociales no son un juego. Se pueden convertir en un bucle lúdico, en una necesidad que acaba en adicción y deriva en problemas de comportamiento». De esta forma arrancó este miércoles su charla el psicólogo lucense Iván Pico Martínez, especialista en prevención de acciones en el ámbito educativo, dentro del ciclo que la Concellería de Xuventude de Lugo organiza con expertos en adicciones a las nuevas tecnologías.

Pico, que también es psicólogo social y deportivo, ofrece charlas en varios centros educativos y constata la falta de información entre los chavales y sus padres sobre los daños que puede causar una adicción tecnológica.

—Usted es muy claro a la hora de equiparar una adicción tecnológica con una de drogas.

—La diferencia de un adicto de sustancias, ya sean drogas, tabaco o alcohol, es que estas intoxican el organismo, hay un deterioro de las funcionalidades, del sistema nervioso y de los órganos. Digamos que el cuerpo literalmente se destruye y te matan. Pero yo a los chavales les explico que las adicciones tecnológicas no son tóxicas a nivel orgánico, más allá de que fomentan el sedentarismo, pero sí están produciendo problemas de ansiedad, de depresión y afecta a la salud mental. Los chavales tienen un déficit de educación de la frustración y cuando no tienen acceso a la tecnología en la que están enganchados no lo saben gestionar sus emociones y desencadenan desequilibrio. Hemos percibido que tras las pandemia, ha bajado el consumo de drogas pero ha crecido la adicción tecnológica. Tampoco es casual el incremento de suicidios entre los jóvenes.

—Pero no existe una percepción social de que la tecnología puede provocar daños. Sucedió algo parecido en su momento con el alcohol y el tabaco.

—Hace años, cuando le preguntaban a un chaval que pensase en la imagen de una persona rica, poderosa, famosa… te decían que era alguien con un puro y una copa de whisky. Culturalmente beber y fumar aportaba un estatus social elevado. Hoy eso ha cambiado y ahora son los me gustas en las redes sociales, los canales de yutuberos, el ránking en el FIFA o un buen posicionamiento en internet lo que da estatus. Pero como les digo a los chavales, «el día que tengas un problema, todos esos amigos que tienes en las redes sociales no te vendrán a ayudar». Se están naturalizando comportamientos en internet y la vida ya ha dejado de ser privada.Todo esto se retroalimenta constantemente.

—Qué ejemplos usa para explicárselo a los chavales y a los padres.

—Por ejemplo, les digo qué pensarían si entran en un bar y ven a un niño de 8 años jugando a las tragaperras. Pues que «si no tiene padres», «que vaya educación ha recibido…». Vamos, lo veríamos como un comportamiento anómalo, cuando el niño está vivo ante estímulos de música, luces, premios… Pues lo mismo sucede con las redes sociales. Niños de 8, 10, 12 años cuando ven redes sociales en el móvil o participan en videojuegos están recibiendo estímulos, premios, ganancias que refuerzan la conducta del móvil.

Con el entretenimiento todo va bien, pero cuando se vuelve una necesidad, existe un problema

—Y el problema surge cuando el menor pierde el control.

—En este caso soy muy duro y les pongo un ejemplo extremo. Hace un par de meses un chaval mató a sus padres en Elche. Era un yonqui de un videojuego y su reacción emocional cuando le quitaron la opción de seguir enganchado a la Red fue matar a su enemigos, que en este caso era su familia. Es la misma conducta que un yonqui cuando necesita atracar una gasolinera y acaba matando al dependiente por 200 euros. Con el entretenimiento todo va bien, pero cuando se vuelve una necesidad, existe un problema.

—Tenemos legislación que reduce el consumo de alcohol, drogas o tabaco, pero de momento no para las adicciones tecnológicas. Por eso, ¿qué se puede hacer de momento?

—Siempre empiezo mis charlas recordando que la tecnología, los videojuegos, las redes sociales son beneficiosas, porque además de entretener, aportan creatividad y pueden ayudar a resolver conflictos, pero si se hace de manera responsable. Por eso les digo a los chicos que esto no es un juego porque puede acabar siendo una necesidad. Por ello es importante la prevención. Yo les digo a los jóvenes que la información será la que les dé el poder de decisión, que cuando tengan un conflicto, porque lo van a tener cuando les aparezca alguien ofreciendo una droga, ellos deben de saber cómo les va a afectar y qué problemas puede acarrear. Y les recuerdo que cuando estás en una adicción no saben en la mierda en la que se están metiendo. Lo mismo sucede con las redes sociales y los videojuegos, tienes una necesidad y liberas dopamina, y cada vez te vas enganchando más y entras en un bucle. Pero ojo, lo que no se debe de hacer es prohibir, porque eso es peor.

«Durante el confinamiento de la pandemia, las tecnologías dieron falsa percepción de alivio»

—Supongo que durante los meses de confinamiento de la pandemia se acrecentarían las adicciones tecnológicas.

—En el inicio del confinamiento hubo grupos de personas que comenzaron con ansiedad y se vieron en casa sin hacer nada. Comenzó entonces una falsa percepción que les hizo sentirse aliviados gracias a las tecnologías, que liberaron la dopamina y se sintieron reconfortados. Pero este comportamiento en mucha gente acabó siendo estandarizado, en plan «ya me llega con estar en mi habitación, no necesito salir para tener mi chute de dopamina». Las tecnologías, al principio de la pandemia fueron muy buenas para podernos comunicar con los seres queridos que no podíamos ver, pero si luego no regresas a la vida real, ese es el problema. En Japón ya se da ese fenómenos de chavales que no salen de la habitación.

Tenemos un problema con una serie de chavales que han estado casi dos años sin poder liberarse y ahora no saben gestionar sus emociones

—Le hemos cogido miedo a la calle.

—Es que me he encontrado con casos de padres que para castigar a sus hijos para que no sigan con las tecnologías, les dicen de salir al parque a jugar, porque no quieren salir. Eso tampoco se debe gestionar así porque no es un castigo ir al parque, debería ser un refuerzo. Sí tenemos un problema con una serie de chavales que han estado casi dos años sin poder liberarse y el problema es que ahora no saben gestionar sus emociones. El otro día un chaval me dijo que estaba súper orgulloso porque le había pedido a una chica para salir ¡en persona!. Hemos perdido la capacidad de liberar oxitocina, de crear vínculos afectivos. Y cuando gestionas mal las relaciones suceden otros problemas sociales y sexuales, además se poder sufrir acosos y abusos.

—Pero no será culpa de los chavales.

—Para nada, siempre les digo que son jóvenes y tienen que crecer con problemas. No les puedes pedir a niños o chicos que sean como adultos. Pero el  problema de las redes sociales es que por una parte los referentes creo que no siempre son los adecuados, y la información que reciben a través de internet en muchas ocasiones no es la apropiada para su edad. Se tienen que exponer a situaciones para las que no están preparados y reciben datos que son erróneos.

—Aquí viene la eterna pregunta de a qué edad se le debe dejar a un menor el acceso a móviles, tabletas….

—Vamos a ver, la tecnología hay que usarla y aprender a usarla, no darle el teléfono al niño sin más. Ellos aprenden rápido y sabrán utilizar la herramienta en muy poco tiempo. El problema no es el manejo, muy necesario, si no qué es lo que están viendo. Hay que recordarles a los padres que cuando le entregan a sus hijos el chupete electrónico, acaban teniendo acceso a una cantidad de información ilimitada, cuando su cerebro no está preparado para entender la gran mayoría de los datos. Y luego está el problema de la ansiedad que acaban teniendo cuando se les quita el chupete. Ahí aparecen los lloros, las rabietas, la inestabilidad emocional. Volvemos al ejemplo del niño en la tragaperras o al de: «¿Le daría un cigarrillo a un niño?».

—La clave está en que el cerebro no está desarrollado.

—Exacto, pero incluso lo amplío a los adultos porque además tenemos que tener en cuenta que la tecnología avanza mucho más rápido que la evolución del cerebro humano, que no está capacitado para asumir tantos estímulos e información. No le hemos dado tiempo a adaptar el cerebro a las tecnologías. Quizás dentro de mil años, habremos evolucionado y el cerebro sí será capaz de procesar toda la información, pero en la actualidad no, al contrario, hemos involucionado, y por eso hay esa sensación que mucha gente dice de «no doy hecho», y entonces se cometen errores, y eso genera frustraciones.

Fuente: https://www.lavozdegalicia.es/