Adolescente usando un smartphone, símbolo del impacto temprano en la salud mental.

Identificado el culpable de la nueva crisis de salud mental juvenil: el smartphone antes de los 13 años

Un estudio demuestra por primera vez la conexión directa entre el acceso temprano a la tecnología y un aumento drástico en la ideación suicida, la agresión y el desapego de la realidad

EDUARDO MARTÍNEZ DE LA FE/T21

Una investigación a escala mundial ha puesto cifras a la catástrofe silenciosa que vive la Generación Z: por cada año de adelanto en la posesión de un móvil, aumenta la probabilidad de criar a un adulto con la mente rota, incapaz de gestionar sus emociones y, en el peor de los casos, con pensamientos suicidas.

En una era caracterizada por la omnipresencia digital, donde los teléfonos inteligentes se han convertido en una extensión de la infancia, un nuevo estudio arroja luz sobre las profundas consecuencias que esta inmersión temprana tiene en el bienestar mental de las futuras generaciones.

La investigación, publicada en el Journal of Human Development and Capabilities,  se basa en los datos del Proyecto Mente Global (Global Mind Project) y ofrece un análisis detallado sobre cómo la edad de adquisición del primer smartphone moldea la salud psicológica en la adultez temprana.

Relación directa

El estudio, que analiza datos de más de 100.000 jóvenes de entre 18 y 24 años en diversas culturas e idiomas, revela una correlación directa y preocupante: a menor edad de posesión del primer teléfono inteligente, peor es la salud mental en la adultez temprana.

Esta tendencia es progresiva y consistente a nivel global. Los resultados muestran una caída drástica del indicador de bienestar mental (MHQ) desde los 30 puntos para quienes obtuvieron su dispositivo a los 13 años, hasta apenas 1 punto para quienes lo tuvieron a los cinco años.

Más allá de las cifras generales, la investigación detalla los síntomas específicos que se intensifican con una exposición más temprana. Entre las mujeres de 18 a 24 años que recibieron un smartphone a los cinco o seis años, un alarmante 48% tiene pensamientos suicidas, en comparación con el 28% de aquellas que lo obtuvieron a los 13 años. En los hombres, estas cifras son del 31% y 20%, respectivamente .

Otros síntomas que se correlacionan fuertemente con el acceso temprano a estos dispositivos incluyen la agresión hacia otros, sentimientos de desapego de la realidad y alucinaciones. Además, se observa una disminución significativa en capacidades funcionales clave como la autoimagen, la autoestima, la resiliencia emocional y la empatía.

El fondo de la cuestión

Para comprender las causas subyacentes, los autores exploraron las vías a través de las cuales se manifiesta este impacto. El factor mediador más significativo es el acceso temprano a las redes sociales, que explica aproximadamente el 40% de la asociación a nivel mundial.

Este acceso temprano, a su vez, incrementa la probabilidad de sufrir ciberacoso y de experimentar un deterioro en las relaciones familiares, factores que también contribuyen negativamente al bienestar.

La interrupción del sueño es otro síntoma importante, aunque una gran parte de su efecto parece derivar de actividades en el teléfono distintas a las redes sociales, como los videojuegos o el consumo de vídeo.

Núcleo anglo

El análisis destaca una vulnerabilidad particular en el «Core Anglosphere» (países desarrollados de habla inglesa), donde el acceso a los teléfonos y a las redes sociales ocurre a edades más tempranas. En esta región, la influencia del acceso a redes sociales explica hasta el 70% de los efectos negativos observados, y factores como el abuso sexual (en mujeres) y el ciberacoso se vuelven aún más prominentes, casi siempre como una consecuencia directa del uso de estas plataformas.

Los autores sugieren que esto podría deberse a una mayor disponibilidad de contenido dañino o hipersexualizado en el ecosistema digital de habla inglesa.

Frente a este panorama, los investigadores argumentan que la responsabilidad no puede recaer únicamente en las decisiones individuales de padres o niños, quienes se enfrentan a la presión social y a algoritmos diseñados para explotar vulnerabilidades psicológicas.

Medidas cuatelares

Por ello, instan a la adopción de un principio de precaución y proponen un enfoque de política pública similar al que regula el alcohol o el tabaco. Las medidas recomendadas incluyen, en primer lugar, hacer obligatoria la educación en alfabetización digital y salud mental antes de permitir el acceso independiente a las redes sociales.

En segundo lugar, exigir una mayor responsabilidad a las empresas tecnológicas para que apliquen de manera efectiva las restricciones de edad, con consecuencias significativas por el incumplimiento.

En tercer lugar, restringir el acceso a las plataformas de redes sociales para los menores de 13 años. Y por último, implementar un acceso gradual a los teléfonos inteligentes, limitando su uso para los menores de 13 años y ofreciendo alternativas funcionales sin acceso a redes sociales ni a contenidos algorítmicos.

El estudio concluye que la posesión de un smartphone en la infancia actúa como una puerta de entrada temprana a entornos digitales que están mermando profundamente la salud mental y el bienestar en la adultez, con graves consecuencias para la agencia individual y el florecimiento de la sociedad.

Referencia

Protecting the Developing Mind in a Digital Age: A Global Policy Imperative. Tara C. Thiagarajan et al. Journal of Human Development and Capabilities, 20 Jul 2025.

Cautela científica

A pesar de sus contundentes conclusiones, el estudio ha sido recibido con escepticismo por parte de otros miembros de la comunidad científica, quienes señalan importantes debilidades metodológicas.

El profesor Pete Etchells, de la Universidad de Bath Spa, critica por ejemplo la ausencia de detalles cruciales sobre cómo se midieron las variables, la información demográfica de los participantes o los métodos de análisis empleados. Esta opacidad, afirma, «hace difícil evaluar la calidad de la investigación».

Por su parte, el profesor Chris Ferguson, de la Universidad de Stetson, califica el estudio de «crudo», destacando que se basa en datos autoinformados en línea, un método propenso a sesgos y de fiabilidad cuestionable. Ferguson señala que la encuesta no parece ser una medida clínica validada y que las muestras en línea a menudo no son representativas de la población general.

Ambos expertos coinciden además en que, al ser un estudio correlacional, no puede establecer relaciones de causa y efecto. Ferguson advierte que el lenguaje del estudio es «inapropiadamente fuerte para un diseño correlacional tan crudo y carente de controles adecuados». Etchells añade que las firmes recomendaciones políticas de los autores no se derivan claramente de los datos presentados.

Quizás anticipándose a estas posibles críticas, los autores de la nueva investigación urgen en su artículo a actuar sin esperar una prueba causal irrefutable, ya que las tendencias poblacionales actuales representan un riesgo demasiado grande para permanecer en la inacción.

Fuente: https://www.farodevigo.es/

LOGO GUIAEDUPEQUES
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.

Puedes revisar nuestra política de privacidad en la página de privacidad y cookies.