Los menores deberían pasar al menos entre una y dos horas diarias en un espacio natural, algo que tiene beneficios tanto en su bienestar físico como mental
CAROLINA PINEDO
La falta de contacto de los niños con los entornos naturales es uno de los desafíos más importantes para garantizar la salud infantil en España. Así lo determina el Comité de Salud Medioambiental (CSMA) de la Asociación Española de Pediatría (AEP) a través de su estudio Revisión sistemática: beneficios para el desarrollo neurológico de la exposición escolar activa/pasiva a espacios verdes y/o azules en niños y adolescentes, de 2023. Según esta investigación, los menores deberían pasar al menos entre una y dos horas diarias en un espacio natural para que tengan un desarrollo saludable. Sin embargo, los niños españoles están lejos de esta recomendable realidad. “Uno de cada cinco pasa muy poco tiempo fuera de casa, cuando lo aconsejable es que estén en algún paraje natural, aunque sea en un parque urbano, al menos durante una hora al día”, advierte Juan Antonio Ortega, coordinador del CSMA.
Los beneficios de pasar tiempo en la naturaleza se reflejan en la salud física y mental de los más pequeños. “Se incrementa la calidad del sueño, disminuye el estrés y la obesidad, aumenta la agudeza visual, mejora la salud cardiovascular, se genera más vitamina D, mejora el rendimiento escolar y la capacidad de atención o acrecienta la sensación de bienestar y felicidad”, enumera Ortega.
El contacto con la naturaleza no tiene contraindicaciones, por lo que conviene que el niño comience a disfrutarla desde que es un bebé. “Si el menor está conectado con la naturaleza de manera precoz, mantendrá ese vínculo cuando sea adulto. De hecho, en un futuro, todas las zonas básicas de salud incorporarán espacios naturales, donde los pacientes puedan recuperarse mejor”, asegura este experto. “Tras la crisis de la covid, conviene que los niños comprendan que su salud está relacionada con la del planeta”, incide el también pediatra. Para Ortega, los médicos deberían recetar más naturaleza y preguntar más en las consultas sobre aspectos como el número, el tipo y la duración de esta experiencia e informar sobre cómo fomentar los vínculos con estos entornos.
El ocio virtual no es una alternativa
El uso de las nuevas tecnologías con moderación no resulta incompatible con que los niños disfruten de tiempo en espacios naturales. “No hay que demonizar el empleo de las pantallas, pero no se debe sustituir su utilización por el ejercicio y el disfrute al aire libre”, explica la psicóloga Gema José Moreno. “Conviene organizar bien el tiempo libre, porque los niños disponen de pocas horas tras el colegio para descansar o jugar, así que es aconsejable buscar alternativas a las pantallas en familia, como ir al campo”, añade.
El ocio virtual no es sustitutivo del real y no aporta los mismos beneficios. “Los entornos artificiales no conectan con nuestra naturaleza humana y generan un estado permanente de insatisfacción y malestar”, explica por su parte María José Lladó, psicopedagoga. Y advierte: “Cada vez hay menos niños en los parques urbanos y resulta muy alarmante, porque el ocio infantil saludable debe de estar asociado al juego real; en la calle o en el parque con los amigos”.
Escuchar el sonido de la naturaleza, como el viento entre las hojas o las olas del mar, es uno de los elementos que potencian el bienestar infantil. “La música de la naturaleza ayuda al desarrollo del oído de los niños, que en el futuro buscarán sonidos similares y tenderán a evitar los ruidos artificiales, para crear su propia música, que se expresará a través de la voz”, comenta Lladó. El entorno natural está libre de estímulos dañinos para la salud los menores. “La armonía existente en la naturaleza nutre al niño, porque carece de luces artificiales o contaminación acústica y le ayuda a sentirse cómodo y tranquilo”, concluye esta psicóloga.
Que los menores adquieran el hábito saludable de pasar tiempo en espacios naturales se consigue con el ejemplo de los adultos. “También son importantes iniciativas como las de vincular desde su nacimiento al niño con un árbol o pasar tiempo en familia en la naturaleza; pisar hierba y tocar tierra”, retoma Ortega. Este experto menciona varias propuestas para que el menor interactúe con los espacios naturales:
- Pasear y jugar en un parque urbano o en una calle peatonal con árboles.
- Hacer actividades en espacios naturales, como junto al mar o en el bosque.
- La jardinería, los campamentos de verano o las excursiones a entornos naturales.
- Jugar o pasear con los animales.
Fuente: https://elpais.com/