Allanar el camino o sobreproteger es la peor manera de formar jóvenes valientes, resilientes y con una buena autonomía personal para enfrentarse a las dificultades
SONIA LÓPEZ IGLESIAS
Si hay algo que desean las familias es que sus hijos triunfen en la vida y no sufran. Que consigan todo aquello que se proponen y tengan mucho éxito en sus proyectos. Que destaquen en la escuela, realizando algún deporte o tocando un instrumento musical. No resulta nada fácil ver cómo un hijo se equivoca o toma malas decisiones en su día a día. Observar cómo le cuesta esforzarse cuando las cosas no le salen a la primera, no sabe solucionar sus conflictos sin ayuda o hacer frente a los problemas con determinación. La vida es un continuo de altibajos, de trances que crean mucha confusión y golpean seriamente la autoestima. Un camino repleto de baches y curvas que se deben aprender a superar. Vivir es un auténtico enredo donde, a veces, todo se complica y hay que aprender a recalcular la ruta una y otra vez.
Los niños y jóvenes deben saber lo complicado que resulta, en ocasiones, conseguir aquello que quieren, lograr exactamente lo que se habían propuesto, hacer frente a los imprevistos. Las familias deben enseñar a sus hijos, desde bien pequeños, a superar las dificultades que se vayan encontrando en el camino con optimismo y grandes dosis de paciencia. Siendo conscientes de que muchas veces no serán capaces de conseguir aquello que esperaban y que eso no significa que hayan fracasado o que jamás lo vayan a lograr.
Si las familias intentan evitar constantemente que sus hijos se equivoquen o sientan frustración únicamente conseguirán que sean niños o jóvenes dependientes, con poca capacidad para enfrentarse a las dificultades de forma autónoma y para pedir ayuda cuando la necesitan. Allanar el camino o sobreproteger es la peor manera de formar niños y jóvenes valientes, resilientes y con una buena autonomía personal. Si un niño crece en un entorno demasiado proteccionista, junto a unos padres que le solucionan siempre sus contratiempos en el colegio, en el parque o con los amigos, se convertirá en un adolescente inseguro, con muchas dificultades para hacer frente a los cambios y los contratiempos que vayan apareciendo. Será una persona con un bajo autoconcepto, pasiva, que dependerá siempre de los demás para conseguir aquello que desea. Será incapaz de asumir sus responsabilidades y culpará siempre a los demás de sus tropiezos.
En cambio, un niño que ha aprendido progresivamente a hacer frente a las adversidades y a trabajar de forma firme sabrá que los logros y el éxito no dependen de la buena suerte, sino del esfuerzo, del trabajo y de la perseverancia. Establecerá buenas relaciones en su entorno y mostrará interés por ayudar a los demás cuando lo necesiten.
Claves para enseñar a los niños estrategias para poder hacer frente a las adversidades
- Hacer sentir al niño o joven capaz y competente, ayudándole a adquirir las destrezas y aprendizajes necesarios para ir ganando confianza en sí mismo. Una seguridad que le ayudará a construir una autoestima robusta y a identificar sus fortalezas. Ofreciéndole el tiempo que necesite para aprender sin establecer sobre él unas expectativas demasiado elevadas que le limiten y cultivando en él la curiosidad, la creatividad y la perspicacia, permitiéndole experimentar sin miedo.
- Enseñar las estrategias necesarias para gestionar y validar las emociones que despiertan los errores o fracasos. Para poder hacer frente a la frustración, el miedo, la rabia o la tristeza desde la calma y la aceptación. Unas emociones que si no se modulan correctamente pueden crear mucho malestar interior y condicionar las ganas de volverlo a intentar.
- Demostrar a diario que pueden contar con el afecto, el apoyo y la comprensión del adulto que les acompaña en aquellos momentos en los que la vida se complica, aparecen los problemas o se sienten tristes, incapaces o desanimados. Sentir que el adulto les acompaña con empatía y mucho respeto les reconfortará y les ayudará a ser valientes.
- Enseñar al niño o adolescente a marcarse metas razonables y realistas, a dar pequeños pasos hasta lograr el objetivo. Convirtiendo sus luchas en oportunidades diarias de aprendizaje y en motivos para estar orgulloso de sí mismo. Ir consiguiendo pequeñas metas hará que quiera seguir esforzándose para mejorar día a día
Los niños y jóvenes deben entender y aceptar que los obstáculos son parte de la vida y superarlos constructivamente exigirá en ellos un esfuerzo y mucha paciencia. Si aprenden a enfrentarse a las dificultades o problemas de forma sana serán mucho más felices. Un niño feliz será capaz de trabajar con constancia para conseguir sus objetivos, establecer relaciones sanas y gestionar correctamente sus emociones o deseos. Como decía San Francisco de Asís: “Empieza haciendo lo necesario, después lo posible y de repente te encontrarás haciendo lo imposible”.
Fuente: https://elpais.com/