Ante las complicaciones del día a día, lo complicado es hacerlo fácil. Para ello, el autor de La belleza de vivir nos deja un decálogo para afrontar la crianza con optimismo
Clara González
No es estar partido de risa todo el rato, ni restarle importancia a lo que la tiene y la merece ni nunca poder estar triste; para el médico psiquiatra y padre de seis hijos Luis Gutiérrez Rojas educar con humor es hacer frente a los problemas del día a día con una actitud positiva y sin que los pequeños dramas a los que todos nos enfrentamos no minimicen la felicidad, ni nos cieguen ante lo verdaderamente importante. Como padres, esto es que su hijo madure, sea responsable, independiente, autónomo y feliz.
Ante la desbordante tarea de ser padres, esposos, trabajadores, ser motivador y comprensivo, en la lista de consejos del psiquiatra y autor del libro La belleza de vivir, deja un decálogo para afrontar la crianza desde el optimismo y, en definitiva, para no complicarse la vida.
1. Desdramatizar
Muchos de los conflictos o angustias que los niños traen a casa después de todo el día en el colegio son nimiedades, y por tanto, como tal hay que tratarlos. Ante un «mi amigo Pepito se ha enfadado porque no le he prestado la goma de borrar» o «no me han dejado jugar al futbol en el patio», lo que el Gutiérrez Rojas recomienda a los padres es no entrometerse.
«Hablar mucho de un problema hace que se convierta en un problema mayor», explica el psiquiatra. Pero tampoco hay que hacer de menos sus preocupaciones ni al propio niño, para lo que aconseja, hay que practicar la escucha activa y no decirle que sus angustias son chorradas.
2. Enseñar a ser sencillo
Los niños –y muchas veces, los adultos– tienden a complicárselo todo. Algo muy común en los adolescentes es el que conocido como el perfil neurótico, «pensar siempre en lo que le han dicho, en cómo le han mirado», explica Gutiérrez Rojas.
Cuando un tercero, ya sean los padres, hermanos o amigos, alimenta ese discurso neurótico, esa persona se vuelve cada vez más inmadura. Para combatirlo, «hay que enseñar a nuestros hijos a ser más sencillos, conseguir que sean menos complicados». Y qué mejor manera de empezar que con el ejemplo.
3. Separar lo urgente de lo importante
Aunque este punto puede aplicarse a muchos otros aspectos de la vida, en la crianza y educación de los hijos es especialmente importante. Los niños siempre tienen urgencias: «tengo un partido de futbol», «hay que comprar una cartulina para mañana»; ante lo que los padres pasan los días apagando incendios y sin tiempo para priorizar lo verdaderamente importante.
Hay familias que pierden mucho tiempo en lo urgente, cuando su preocupación, destaca el doctor Gutiérrez, debería ser la formación del carácter de su descendencia, un buen rendimiento académico y el desarrollo de sus habilidades sociales y comunicativas, como la asertividad o la extroversión. «Si uno atiende solo a las urgencias, no es feliz, porque su vida se llena de compromisos que no son importantes», destaca el autor de La belleza de vivir.
4. Afrontar la vida con humor
«No quiere decir que estemos todo el día riéndonos, sino cuando aparece el drama introducir un elemento que le quite importancia», destaca Gutiérrez Rojas. Y la mejor manera de hacerlo es el sentido del humor.
Cuando alguien le dice «estamos viviendo el peor momento de la historia», Gutiérrez Rojas responde: «¿Me estás hablando de la Segunda Guerra Mundial, de la Guerra Civil Española…?», ante lo que nadie podría evitar soltar una pequeña carcajada, un poca de risa ante las preocupaciones propias.
«El sentido del humor puede ser muy agresivo si se usa para reírse del que sufre, pero se trata de reírse juntos», explica el médico psiquiatra. Lo que mejor funciona es reírse de uno mismo.
5. La adolescencia no es mala
No solo no es mala, sino que es necesaria. Esta etapa vital «la hemos vivido todos, lo que pasa es que ya no nos acordamos», recuerda Luis Gutiérrez. El psiquiatra lo compara con el cuento del patito feo: cuando se acaba la adolescencia, aparece el cisne.
Los hijos que están inmersos en ella lo cuestionan todo, pero es el momento en el que aprenden a conocerse a sí mismos y comprender lo que les pasa. Ante esto, los padres tampoco juegan un papel fundamental. En palabras del psiquiatra: «En la adolescencia tampoco hay que hacer mucho, que sepan que estamos ahí si se demanda atención, pero sin insistir».
Fuente: https://www.eldebate.com/