En España, la tasa de abandono escolar es del 36,1% si los padres tienen, como máximo, estudios de Primaria. Los niños criados en familias de alto nivel socioeconómico cuentan con un vocabulario más rico y mejores habilidades no cognitivas, como la empatía y la concentración, que aquellos que viven en hogares menos favorecidos
CAROLINA GARCÍA
Todos los padres quieren pasar tiempo con sus hijos. Y casi todos desean que sus niños practiquen un deporte, hagan con regularidad sus deberes o toquen un instrumento. Muchas veces todo esto lo quieren hacer con ellos, pensando que así mejorarán sus habilidades y su rendimiento académico. Pero parece ser que no, que aunque se pase tiempo de calidad con ellos, esto no es suficiente para que los niños saquen buenas notas. Una reciente investigación, publicada este abril de 2023 por la Universidad de Manchester (Reino Unido), concluye que lo que realmente importa es el nivel socioeconómico de los progenitores.
Con una muestra de más de 8.000 niños de entre siete y 11 años, el estudio determina que el hecho de que padres e hijos hagan actividades juntos no afecta a sus éxitos escolares, “a pesar de la culpa de los progenitores al no hacerlo”, explican en un comunicado. Los datos del Millennium Cohort Study, que involucra una muestra representativa a nivel nacional de personas nacidas entre 2000 y 2002, se usaron para analizar las evaluaciones de los maestros sobre el progreso de los niños en matemáticas y materias creativas, y la cantidad de tiempo que los padres pasaban con ellos en actividades como hacer los deberes juntos, leer con ellos, sumar y restar. Todo, según las conclusiones, tiene un impacto muy pequeño en la evaluación académica de los chavales.
Exactamente, los datos indican que los menores cuyos padres les ayudan con frecuencia, tenían solo un 1,8% más de posibilidades de ser evaluados “por encima de la media” por sus profesores. Mientras tanto, el tiempo que los progenitores dedicaron a actividades musicales o creativas con sus hijos no tuvo ningún efecto. Pero sin embargo tener padres con títulos universitarios y de una clase socioeconómica alta prácticamente duplica la posibilidad de que los maestros evalúen a los niños favorablemente.
“Estos resultados muestran que pasar tiempo con los hijos haciendo deberes o tocando un instrumento es mucho menos significativo para el rendimiento académico que la clase, los ingresos y el nivel educativo de los padres”, explica en el texto la profesora Lin Ding, autora principal del estudio. “Por ejemplo, los padres de diferentes clases sociales pueden leerles a sus hijos, pero la selección de materiales de lectura y la explicación que viene con ella pueden diferir”, añade Ding.
“Algo que es innegable es que el estatus socioeconómico afecta en la crianza y las aptitudes escolares de los hijos”, aclara Marta Guerra, psicóloga del Instituto Cláritas. “Ahora bien, pasar tiempo con los hijos es una variable con la que hay que tener cuidado a la hora de establecer conclusiones, puesto que debe tenerse en cuenta la calidad de ese tiempo compartido”, añade la experta. Para apoyar la conclusión que se menciona en el estudio habría que analizar cómo ha sido la recogida de datos y los análisis que se han realizado, aunque las probabilidades de que sea cierta son elevadas. “Un motivo que explica la anterior conclusión es que, por mucho que unos padres puedan dedicarles tiempo a sus hijos, incluso siendo un tiempo de calidad, va a tener más peso que estos niños vivan en casas donde tengan, por ejemplo, su propio cuarto, adecuado para estudiar, un buen colchón o una alimentación de calidad”, explica.
“Efectivamente, el nivel de estudios de los de los padres afecta el rendimiento académico de los hijos”, incide Ismael Sanz Labrador, profesor de Economía en la Universidad Juan Carlos y en el London School of Economics: “El 16 de mayo se publican los resultados de PIRLS (Progreso de la Comprensión Lectora), una prueba internacional de lectura dirigida a alumnos de cuarto de Primaria, en la que participan más de 45 países, entre ellos España. En su última edición, de 2016, ya se veía esa asociación entre el nivel educativo de los padres y los resultados académicos de los hijos”. Sanz explica que tanto esta prueba como el PISA —Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes— calculan siempre el nivel socioeconómico de los padres, teniendo en cuenta su nivel educativo, la profesión de ambos y los recursos que hay en casa [cuarto para ti solo, internet u ordenador].
Además, según prosigue el experto, los últimos datos del Ministerio de Educación sobre la tasa abandono escolar en 2022 muestran que la probabilidad de que abandonen los estudios sin haber finalizado Bachillerato, educación media o básica es del 36,1% si la madre tiene, como máximo, estudios de Primaria ―los datos de Ministerio se hicieron con madres, pero el experto equipara los valores a los padres―. “Por el contrario, si esta tiene estudios superiores, la tasa de abandono baja hasta el 3,6%”, confirma. “En definitiva, si desde pequeño interiorizas que tu madre y tu padre tienen estudios superiores, lo habitual es que tú también los curses”, recalca: “Es más, ni siquiera te planteas lo contrario. Mientras que si no ha habido nadie en tu familia que haya ido a la universidad, esto significa un salto importante porque nadie te ha abierto camino, no tienes a nadie que te aconseje y ahí te planteas si sigues estudiando o no”.
Según explica el experto, a los cuatro o cinco años, el hecho de que te lean cuentos, tebeos, el lenguaje que escuchas te afecta positivamente: “Hay estudios que demuestran que, ya a esta edad, hay una diferencia en la riqueza de vocabulario de los niños de padres con mayores estudios con respecto a los que no los tienen y esto, además, es importante en las habilidades no cognitivas —empatía, paciencia, control de impulsos o la concentración—”.
Para Sanz, las diferencias se empiezan a marcar en Infantil y Primaria. “Es en estos cursos cuando hay que intentar hacer un esfuerzo por conseguir la igualdad de oportunidades. El promocionar la educación obligatoria de 0 a 3 años y de 3 a 6 años es una medida muy necesaria para los niños de entornos desfavorecidos porque la alternativa para ellos no va a ser leer cuentos o tebeos, sino ver la tele y poco más. Si los padres quieren y pueden, es esencial que vayan a la Escuela Infantil cuanto antes”, explica. Para el experto, la educación es la forma más viable y realista de acercarse a la igualdad. Otra medida para luchar contra la desigualdad que plantea Sanz sería bajar el ratio de alumnos por aula, sobre todo en “aquellas zonas más desfavorecidas para que tengan una educación más personalizada”, ya que hacerlo de forma global “es muy dificultoso y supone un presupuesto muy alto”
La importancia del tiempo con los hijos
Pasar tiempo con los hijos es importante, sobre todo, si se muestra interés, según Sanz. Es decir, si se le pregunta qué tal el colegio, cómo van sus deberes o con quién ha jugado hoy en el patio. “Pero no con ánimo fiscalizador. Este tipo de cuestiones que denotan que te importa la educación de tu hijo hacen que sientan que participas en la vida escolar e influye en su bienestar, como cuando quedas con el tutor o conoces a las madres y padres del centro. Aunque el estudio tiene razón, creo que los progenitores que no tienen un nivel socioeconómico alto sí pueden influir así muy positivamente en sus hijos y en su rendimiento académico”.
Los 16 años son clave. Sanz sostiene que “ahí es donde algunos jóvenes dejan de estudiar” y, por tanto, “es un momento crítico e implicarse es esencial”. Sonia López Iglesias, psicopedagoga, puntualiza que “si sus familias no están presentes y disponibles no obtendrán buenos resultados, especialmente en Secundaria y Bachillerato”. En su opinión, aunque el alumno tenga una buena situación, si siente que sus progenitores no muestran interés por sus estudios, no valoran su esfuerzo o no le ofrecen ayuda, seguramente sus resultados se resentirán. “Un niño o adolescente necesita sentir el calor y el interés de sus padres, compartir tiempo con ellos para construir un apego seguro”, incide la psicopedagoga. Para esta experta, si un niño no siente esta conexión emocional será difícil que sea capaz de superar las dificultades académicas.
Lo mismo opina Rafael Guerrero, psicólogo infanto-juvenil en Darwin Psicólogos, para quien pasar tiempo de calidad con los hijos jugando, haciendo tareas de ocio compartido o incluso con las tareas escolares fortalece el vínculo padres-hijos y desarrolla su cerebro: “Sabemos que la música, el arte, el deporte y cualquier actividad que permita la libre expresión de los niños en presencia de sus progenitores va a ayudar a desarrollar su corteza prefrontal, una estructura determinante en la vida en general y en el rendimiento académico en particular”.
Fuente: https://elpais.com/