Para lograr que estos niños se desarrollan de manera eficiente es esencial que la escuela genere un ambiente en el que se encuentren motivados
Ana Camarero
Recuerdo hace algunos años, muchos ya, el momento en el que el profesor anunció que en unos días tendríamos que hacer una prueba para que pudieran valorar el coeficiente intelectual que teníamos cada uno de nosotros. La noticia causó mucho revuelo entre mis compañeros de clase. Las manos empezaron a alzarse; todos queríamos saber en qué consistía y, sobre todo, si tendría alguna repercusión en nuestra vida… Pasados varios días desde que tuvo lugar ese test, encontramos nuestros resultados en cada uno de los pupitres. Porcentajes marcados en rojo que aparecían escritos junto a cada una de las secciones que habíamos rellenado. Al final, en las observaciones, una nota indicaba en qué situación nos encontrábamos cada uno de nosotros con respecto a la media de la clase. Entre todos, un par de compañeros consiguieron una puntuación “elevadísima”, lo que significaba, analizando los números, que poseían unas aptitudes sobresalientes de aprendizaje en comparación con el resto. Aunque, a veces, esa valoración no se reflejaba en el expediente académico de esos alumnos que entonces llamábamos genéricamente “superdotados”
Con el paso de los años, ese talento extraordinario pasó a denominarse altas capacidades. La estadística de las Enseñanzas no universitarias. Alumnado con Necesidad Específica de Apoyo Educativo Curso 2019-20, publicada por el Ministerio de Educación y Formación Profesional, dice que el alumnado con necesidad específica de apoyo educativo que recibió una atención educativa diferente a la ordinaria ascendió a 730.100, un 9,0% del total del alumnado. De estos, 221.792 (30,4%) la recibieron por necesidades educativas especiales asociadas a discapacidad o trastorno grave y los restantes 508.308 (69,6%) por otras necesidades específicas de apoyo educativo. En este grupo, se estima que el 7,7% del alumnado posee Altas Capacidades Intelectuales (AACCII), o lo que es lo mismo, 39.139 estudiantes tienen esa condición en España.
Paula Mouzo Mouzo, cofundadora de Latento Servicio Integral Altas Capacidades -spin off de la USC-, explica que el concepto de altas capacidades es muy amplio y recoge perfiles homogéneos, heterogéneos y de precocidad intelectual. Esta experta señala que “la precocidad intelectual se detecta antes de los seis años, ya que se habla de un adelanto en las habilidades cognitivas. En cuanto a los perfiles heterogéneos, serían las personas talentosas que destacan en una o varias de las áreas cognitivas evaluadas. Y en el caso de los perfiles homogéneos, se encontraría la superdotación, aquellas personas que destacan en todas las áreas cognitivas evaluadas (con puntuaciones que superan el percentil 75), muestran persistencia y perseverancia ante las tareas que son de su interés y, además, tienen una alta creatividad”.
Marcos Román González, profesor del Departamento de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación I (MIDE I), de la Facultad de Educación de la UNED, dice que “la superdotación NO es un estado del ser, fijo e inmutable e independiente del contexto, como SÍ lo son, por ejemplo, el color de los ojos o el grupo sanguíneo”. Por eso opina que pensar sobre este asunto en términos de si un sujeto es o no es superdotado, “es inadecuado”. En su opinión, “es mucho más apropiado y pedagógico aproximarse a estos niños y niñas en términos de altas capacidades; es decir, concebirlos como sujetos con un alto potencial de aprendizaje que, si se acompaña de las condiciones y de la estimulación adecuadas, tienen mayor probabilidad de florecer en rendimientos destacados y en producciones excelentes”. Por eso, mantiene que “una buena definición de un sujeto con altas capacidades es aquel que aprende a mayor velocidad y profundidad en comparación con sus iguales, especialmente cuando trabaja sobre temas que son de su interés y cuenta con el apoyo familiar y escolar correspondiente”.
La identificación y/o detección del alumnado con AACCII es un proceso amplio que constituye un primer paso dentro del camino a seguir para proporcionar una respuesta educativa, según las diferentes necesidades que presenta este alumnado. Manuel Casado Barragán, orientador del equipo de Orientación Educativa especializado de Córdoba, Área de Altas Capacidades Intelectuales, apunta que “el fin último de todo proceso de identificación no es otro que determinar necesidades educativas y establecer una respuesta educativa específica que atienda a las mismas. También es clave ayudarles en su crecimiento personal y social, para poder prevenir posibles disincronías”.
El entorno en el que se detecta si un niño o niña posee altas capacidades suele ser el familiar. La cofundadora de Latento Altas Capacidades sostiene que “desde muy pequeños aparecen signos que les hacen pensar que su hijo o hija no son como los demás, por el desarrollo precoz que tienen con respecto al lenguaje, la manera en como se expresan y el nivel de vocabulario que emplean, las preguntas y los intereses que tienen sobre temas que no corresponden a su edad, la gran capacidad de memoria que presentan para absorber datos, el interés por los números y el manejo de conceptos matemáticos. Pero, sobre todo, uno de los motivos principales por el que las familias solicitan una evaluación de las capacidades intelectuales es porque detectan que, a nivel emocional, presentan una alta sensibilidad y sienten las emociones de una manera más intensa”.
Existe la idea de que los niños con altas capacidades poseen un alto rendimiento académico, pero de trata de un pensamiento erróneo, a juicio de Marcos Román González, quien considera que “no se debe identificar unívocamente altas capacidades con alto rendimiento académico”. En la práctica, también existen alumnos superdotados que tienen un bajo rendimiento académico e, incluso, engrosan las cifras de fracaso escolar. En este sentido, el profesor de MIDEI declara que “se debe a un fenómeno dinámico y multifactorial, que se puede explicar por uno o varios desajustes o disincronías entre el sujeto y el contexto escolar, entre el sujeto y sus compañeros, entre el sujeto y su familia, o incluso entre distintos planos y aspectos internos del propio sujeto; o una combinación de todo lo anterior”.
Román González explica algunas de las causas que pueden provocar ese bajo rendimiento académico. “Una primera situación habitual se da cuando desde el contexto escolar se exige al sujeto por debajo de sus capacidades. Otra situación, y en cierto modo relacionada con la anterior, es que el sujeto de alta capacidad desarrolle un patrón disfuncional de atribución, en el cual el alumno/a atribuye su eventual éxito académico a una supuesta condición interna y estable de “ser especial”. Dicha atribución es peligrosa pues, en cuanto el sujeto experimenta un primer fracaso, en vez de focalizarse en ajustar sus conductas y sus esfuerzos (controlables), interpreta que se ha puesto en cuestión esa supuesta condición especial suya (incontrolable), lo cual amenaza al núcleo mismo de su identidad. Y, la última, con relación a la frecuente disincronía existente entre el alumno de altas capacidades y sus compañeros de aula (sus “iguales en edad”, que no en capacidad), que les expone a sufrir algún tipo de violencia o acoso escolar, dado que su excepcionalidad entra en conflicto con la “presión de conformidad al grupo” típica de la preadolescencia y adolescencia”.
Para lograr que este alumnado desarrolle sus capacidades de manera eficiente es esencial que la escuela genere un ambiente en el que se encuentren motivados y receptivos al proceso de enseñanza y de aprendizaje. Para ello, Paula Mouzo Mouzo aconseja “plantear diferentes medidas de intervención educativa como la adaptación y/o enriquecimiento curricular, la ampliación de contenido por proyectos o el enriquecimiento a través de talleres. Que aprendan investigando, mediante un aprendizaje que no se someta a la repetición, que genere nuevas formas de pensar y hacer. Y, algo muy importante, que se cree un vínculo afectivo con el profesorado, donde se sientan aceptados, comprendidos y valorados”.
En el ámbito familiar, aquellos padres y madres que sean conocedores de que su hijo o hija posee altas capacidades necesitan, según Manuel Casado Barragán, “colaborar estrechamente con los profesionales de la educación para buscas objetivos comunes”. En su opinión, “un ambiente familiar equilibrado y positivo es un elemento clave para favorecer que sus hijos/as desarrollen todo el potencial que atesoran de manera óptima”. Además, continúa este orientador en altas capacidades, las familias también necesitan cubrir una serie de necesidades: “recibir información lo más objetiva posible, sobre qué es o no es tener necesidades educativas asociadas a AACCII, tiempo para asimilar esta circunstancia, unificación de criterios en el núcleo familiar, trabajar de forma conjunta con los diferentes profesionales de la educación (profesorado, orientador/a…), así como la necesidad de ser informados sobre las medidas educativas a implementar en el centro educativo”.
Por último, según Manuel Casado Barragán, es necesario trasladar al alumnado con necesidades educativas asociadas a AACCII que, aunque presenten una serie de capacidades y características diferentes al resto de sus compañeros/as, esto no les hace ser “seres superiores”. Y considera esencial “explicarles lo que tiene de positivo, el ser más capaz (aprenden más rápido, aprenden de otra manera…) y también enseñarles los aspectos negativos (preocuparse más por las cosas, sentirse incomprendido, liderazgo negativo, encubrimiento de la capacidad, sensibilidad extrema, etc.)”. En todo momento, concluye este experto, “el alumno/a con AACCII tiene que saber que, en el centro educativo y en la familia, conocemos sus características y necesidades y siempre estaremos dispuestos a ayudarle igual que al resto de sus compañeros/as y/o hermanos/as, respectivamente”.
Fuente: https://elpais.com/