Docente

El mejor docente de España en 2023 te ayuda a sobrevivir con un hijo adolescente: «Si lo infantilizas, buscará respuestas en otro sitio»

Nacho Gago ha publicado un libro que funciona como una guía para padres y docentes que traten con adolescentes y quieran entenderlos y acercarse a ellos sin ser rechazados

Por Nuria Ibáñez

«Si nos encontráramos con 24 años / Nos confesaríamos en la cola del baño / Me harías una peca, te pondría pintalabios / M.A.P.S. / M.A.P.S. / Esos años no volverán, nunca más / Date cuenta mamá que no vas a cambiarme / Sabes que ya tengo una edad, no lo hago tan mal / Estoy harta de justificarme», canta Amaia en su canción M.A.P.S. Amaia sabe que si su madre tuviese 24 años y se la encontrara en la cola del baño de una discoteca se llevaría genial con ella, a veces olvidamos que nuestros padres también han tenido nuestra edad.

Las relaciones entre padres e hijos no siempre son sencillas; y mucho menos durante la adolescencia, un momento especialmente convulso de nuestra vida. Para ayudar a padres, docentes e incluso adolescentes a que esta etapa sea más llevadera, Nacho Gago Alonso, profesor de Secundaria, que recibió el Premio al Mejor Docente de España en 2023, el Global Teacher Award en 2023 y la Medalla al Mérito Profesional en 2023; ha escrito el libro Cómo sobrevivir con un hijo adolescente (Espasa).

Nacho es docente, lleva muchos años lidiando con adolescentes y eso le ha hecho darse cuenta de que entre padres e hijos siempre hay ciertas discrepancias; ese es el motivo por el que ha decidido escribir este libro, plagado de historias basadas en experiencias que él mismo ha vivido: «Lo he escrito como una especie de salvavidas para que tanto padres como adolescentes puedan agarrarse a él para entender los sentimientos del otro cuando hay algún problema».

PREGUNTA. ¿Por qué a los adultos nos caen tan mal los adolescentes? He escuchado muchas veces a diferentes personas diciendo que tendrían hijos, si no fuera porque algún día serán adolescentes…

RESPUESTA. Porque en el momento de la adolescencia hay un cambio en ellos. Están buscando, de alguna manera, ser independientes, están haciendo pruebas e intentando ver hasta dónde llegan los adultos, hasta dónde les ponen límites. Están echándoles un pulso, es una época conflictiva, y un poco estresante para los adultos, siempre que se lo tomen así.

Entonces, es importante no dejarse llevar por sus provocaciones, ser coherente e intentar sentarse con ellos y hablar las cosas. Afrontar esta etapa siempre desde el diálogo, la paciencia y a veces, incluso, el humor.

P. ¿Qué opinas sobre el papel de los institutos en la formación emocional de los adolescentes? ¿Este peso debe caer también en estos centros o solo en sus padres?

R. Yo soy partidario de que, aunque los padres son los que educan a los hijos, también hay una parte importante que se puede hacer dentro de los propios colegios. Es más, está incluso legislado, y dentro de las comunidades autónomas hay un plan de acción tutorial en el cual se tocan todo este tipo de temas, hasta incluso las adicciones.

«Hay padres que no quieren que los centros, de ninguna manera, eduquen a sus hijos a nivel emocional»

Que los centros escolares se implique en la educación emocional de los niños es positivo porque pueden tener visión diferente a la que los padres les puedan dar, a pesar de que a veces genere conflicto con ellos; ya que hay padres que no quieren que los centros, de ninguna manera, eduquen a sus hijos a nivel emocional.

P. ¿Consideras que desde los institutos se debería formar también a los padres para que impartan una buena educación emocional en los hogares?

R. Sí, de hecho, sí que hay, a veces, ciertas reuniones y charlas para padres. Lo que pasa es que es una pena que, prácticamente, no acuda ninguno. Pero vamos, hablo desde experiencias que he vivido en mi propia ciudad (Valladolid), y luego, obviamente, cada padre y cada niño es un mundo; por lo que las situaciones hay que tratarlas de forma individualizada. Pero sí que es verdad que sería muy interesante que muchos padres descubran realidades que piensan que en su casa no pasan y sí que ocurren.

P. ¿Es común para un profesor de Secundaria encontrarse a un alumno llorando, porque hablas de esta situación en uno de los capítulos del libro y me ha llamado la atención que un adolescente se desahogue de esta manera en el instituto?

R. Sí, no te digo todos los días, pero casi todos hay algún berrinche o alguna cosa similar, ya sea por un problema externo o por uno interno. Normalmente, los alumnos se dirigen a ti si tienen confianza contigo para contártelo. Hay muchas veces que, incluso, se tienen que salir de clase porque están llorando.

Luego, obviamente, te interesas y preguntas qué ha pasado, pero suelen ser cosas personales o problemas que igual consideramos banales, pero que también los hemos tenido en su momento y han sido un mundo para nosotros. Entonces, como profesor, considero que es importante implicarse e intentar ayudar a resolver el problema; aunque no estemos obligados a ello, a no ser que sea algún problema que surja entre dos compañeros o algo que tenga que ver con el centro. Es nuestro deber moral, porque no estamos solo para dar lecciones educativas, sino también para ayudarles a que lleguen a ser adultos felices.

P. En uno de los relatos del libro, en el que protagoniza Laura, dices que sus profesores desconocían que sufría bullying, ¿es realmente tan complicado para los docentes percibir estas situaciones?

R. A veces sí, porque los acosadores, obviamente, no lo hacen delante de los adultos y los acosados no suelen contarlo, tampoco los observadores, por miedo. Tienes que tener mucho cuidado y mucho ojo para poderlo percibir.

P. ¿Por qué sigue costando tanto alzar la voz ante el bullying, tanto si eres el acosado como un testigo?

R. El amigo por miedo a que le pase lo mismo. A veces callan, aunque no quieran, aunque sientan que lo están haciendo mal, por miedo a vivir lo mismo. Por eso es importante inculcar a losadolescentes que pierdan ese miedo, que la fuerza del grupo puede hacer que un acosador pare. No obstante, yo no creo que haya que machacar al acosador porque normalmente lo hace por algo que le está sucediendo, y eso también hay que tratarlo, y ayudarle a salir de esa situación.

P. Hablando de amigos, ¿ es cierto eso de que los amigos que tengas durante la adolescencia son clave en el desarrollo de tu personalidad?

R. Son bastante claves porque la fuerza del grupo hace que a veces hagas cosas que igual no te apetecen. Si eso ocurre, esos supuestos amigos realmente no lo son.

P. ¿Y los padres pueden o deben hacer algo para condicionar las amistades de sus hijos?

R. Desde luego que no. No me parece prudente que sean tajantes y digan: «No salgas con este tipo de gente porque creo que…», eso puede ser contraproducente. Lo ideal es el diálogo y la charla, y exponerles ciertas situaciones que ocurren en el día a día, o que pueden pasar con grupos de jóvenes y explicárselas o analizarlas con ellos para ver si eso está bien o está mal, o si les ha pasado o no. Darles la confianza para que puedan abrirse sin tener miedo a ser castigados.

«A veces necesitas una ayuda externa, de un familiar, un profesor o un psicólogo, para tratar temas importantes con tus hijos, y no pasa nada»

La comunicación es muy importante, pero es verdad que a veces comunicarte con adolescentes es complicado. Puede que necesites ayuda externa, de un familiar, un profesor o un psicólogo, para tratar temas importantes con tus hijos, y no pasa nada. Está bien.

P. Esto se complica todavía más con determinados temas como, por ejemplo, el sexo, ¿no?

R. Sí, es más, yo creo que a la hora de hablar de sexo con los adolescentes estamos sufriendo un retroceso. Cada vez se habla menos y es un problema porque, según estudios muy recientes, a partir de los 11 años los niños ven su primera imagen pornográfica y el sexo sigue siendo un tema tabú. Entonces, al no hablar de ello, se crea una distorsión de la sexualidad en la que la mujer toma un papel muy pasivo y el hombre es el único que va a tener una relación sexual satisfactoria, mientras que ella es «un objeto». Hay un documental muy interesante que se llama Generación X que habla de esto, que pone a padres e hijos juntos y hablan de ciertos temas que hacen que los padres se escandalicen porque no creían que sus hijos pensasen así o que ya conociesen ciertas cosas.

P. En el capítulo ‘2 Alcohol y drogas; «¡Un porrito más y lo dejo!»‘, comentas que las drogas están al alcance de cualquiera y muchas veces los adolescentes tienen curiosidad por probarlas o simplemente quieren ir en contra de las normas, ¿qué pueden hacer los padres para evitar que sus hijos las prueben?

R. Yo no sé si lo mejor es evitar que las prueben. Quiero puntualizar que hay edades y edades, y que no me refiero a drogas duras; pero quizá con el alcohol lo mejor sea ponerse delante de ellos y hablar abiertamente de las consecuencias que puede tener en sus vidas. Contarles que el alcohol es un depresor del sistema nervioso, ser claros, y no solo de forma teórica, sino con ejemplos prácticos reales de gente, famosos, que hablan de épocas de su vida en las que han bebido muchísimo y no eran ellos mismos.

La clave está en no infantilizar a los adolescentes. Si tú infantilizas a tu hijo, buscará respuestas en otro sitio, porque considera que en ti no las va a encontrar. A veces nos cuesta hacerlo y no pasa nada por pedir ayuda. Lo importante es que que tu hijo tenga las cosas claras y luego tome sus propias decisiones.

P. ¿Y de qué manera afecta a los adolescentes lo que ven en redes sociales a la relación que tienen con su cuerpo? ¿Está empeorando esta percepción en los últimos años por la sobreexposición en estas plataformas y el consumo de las mismas?

R. En las redes sociales hay muchos filtros, muchas capas encima de la gente que sale en ellas y se ven maravillosas y preciosas; así que los adolescentes quieren ser como ellos, lo que les genera un montón de inseguridades con su cuerpo y cometen errores como dejar de comer u otras cosas dañinas. Entonces, sí que habría que desmontar esto de alguna manera y decir: «Mira, la realidad de esta persona es esta».

«La adolescencia es una etapa especialmente complicada y cualquier comentario, cualquier cosa que te digan es un mundo»

Es clave que conozcan cuál es la realidad de esa persona, que nadie es perfecto, los cuerpos no son perfectos por mucho que hagas deporte. Está muy bien que lo hagas, pero tienes que saber que eres imperfecto como todos y que te tienes que sentir a gusto con tu cuerpo; aunque es cierto que la adolescencia es una etapa especialmente complicada y cualquier comentario, cualquier cosa que te digan es un mundo. Muchas cosas que parecen nimiedades, quizá para un adolescente no lo son.

P. ¿Por qué durante la adolescencia los jóvenes se avergüenzan tanto de sus padres, hasta el punto de evitar que los vean, por ejemplo, en un bar con ellos?

R. Precisamente por el tema de la infantilización, es decir, los padres tienden a darles un beso, a darles un abrazo… en un momento en el que los adolescentes ya quieren mostrar al mundo que son personas adultas y que sus padres pues no actúan con ellos como si fuesen niños. Es una manera de buscar un punto de independencia, aparte de que suelen chocar muchísimo en decisiones o en ideas, porque son generaciones diferentes y al final eso siempre pasa. Tú tienes unas pretensiones y tus padres te van a imponer unas reglas, convirtiéndose en tus enemigos a los que no quieres ver ni en pintura.

P. Por último, ¿qué consejos darías a los padres que sienten que han perdido la conexión con sus hijos adolescentes?

R. Que tengan mucha paciencia, empatía y sentido del humor, que se sienten con sus hijos; que hablen, pero desde un punto de vista que no sea agresivo ni intimidante, sino de una forma normal, tranquila; que se abran, que les cuenten sus experiencias con su misma edad, cómo se sentían ellos con sus padres.También intentar escucharles y comprender por qué actúan así, cómo se sienten.

No obstante, esa conexión no se recupera de un día para otro, pero se puede conseguir; eso sí, teniendo en cuenta que quizás tienes que escuchar cosas que no te apetecen de tu hijo, cosas que puede que no quieras saber o que no te gustaría que hubiesen sucedido. Pero sobre todo, no los juzgues.

Fuente: https://www.elconfidencial.com/